martes, 6 de noviembre de 2012

Una forma de vida

“La lectura permite descubrir al otro conservando esa profundidad que sólo se tiene cuando estás solo”. Es Amélie Nothomb. Y se refiere a las cartas. Las que se se escriben en papel, con lapicera.

Camino a la escuela, cuando los ánimos de la pre adolescente lo permiten,  Cami y yo logramos desengancharnos del drama cotidiano que implica vivir en familia y nos contamos historias.  Somos madre e hija pero también somos chicas lectoras. Así conocimos juntas a Nothomb y "Una forma de vida".

“Estoy leyendo un libro que es raro”, dije. Y Cami, que le contara. Y ya no paramos.  

 ¿El final de la charla? En la escuela. En verdad, una cuadra antes porque la pre adolescente me oculta. 


A mi hija le narré la serie de acontecimientos. El cuentito. Para llevarse más va a tener que leer el libro. Ella quiso. Yo no la dejé. A los 15 puede ser. O vemos.


Puntapié inicial: “Aquella mañana recibí una carta diferente a todas las demás”.

Amelie tiene el don de ir construyendo trama y personaje en el mismo recorrido.

La novela desarrolla una simple charla epistolar –mentira, nada simple- entre el soldado estadounidense Melvin Mapple –destinado a Bagdad- y una escritora que se llama Amelie Nothomb.

¿Hasta donde van a llegar?, me preguntaba, mientras leía. 

Melvin y Amélie van subiendo la apuesta en cada carta hasta que los hechos atraviesan, saltan y le faltan el respeto a los mandatos morales de la ética. 

La escritora se mete con los conflictos corporales. Ella misma tiene en su pasado una historia de bulimia y anorexia. 

Se plantea también cuál es la distancia óptima entre las personas.

Y se asusta ante la consecuencia que puede acarrear un acto,  aunque esté construido a base de palabras en una carta. 

Imperdible: Nothomb desarma la relojería de la maquinaria epistolar. Y de eso ella sabe.

“La naturaleza del género epistolar me fue revelada: se trataba de un escrito dedicado a otra persona. Las novelas, los poemas, etc, eran escritos en los cuales los otros podían entrar. La carta, en cambio, no existía sin el otro y tenía como sentido y misión la epifanía del destinatario”.

Es una atrevida. En tiempos de mails y twitter estructura un libro en cartas.  

“Hay personas que ganan con el trato y otras que ganan al ser leídas. De todos modos, cuando alguien me gusta hasta el punto de vivir con él, también necesito que me escriba: una relación no me parece completa si no conlleva una parte de correspondencia”.

Envidio su capacidad de pensar historias fuera de la convención. Tal vez se deba a su pasado de europea criada en el mundo oriental. Tal vez son relatos que nacen de una paranoia que se resuelve de una manera creativa en hojas y lapiceras. O quizás simplemente es producto de su inteligencia y talento. En las novelas de Nothomb hay que estar alerta frente a los cambios de giro y dejarse enamorar al mismo tiempo por la buena prosa. Un plus. Sostengo que es difícil pensar buenos finales. Ella sabe hacerlo.

Cami recomienda “Cosmética del enemigo”. Yo también. Pero un poquito menos. Y definitivamente descarto “Ordeno y mando”. Aunque el principio se las trae… Del resto de sus libros no puedo opinar porque no los he caminado (hasta el colegio) todavía. Mi vieja, que también es lectora, me insiste con “Metafísica de los tubos”. Mi amiga María Marta me tienta con "Sabotaje amoroso". Siento que mi recorrido con Nothomb recién empieza.
Ojo! Cami lee también otras cosas. Ahora está con una trilogía. Ya terminó “Los juegos del hambre” -fue nuestra lectura compartida de la última semana- y no puede esperar a que compremos “En llamas”, que está agotado.

Me olvidaba.  Conozco además un cuento maravilloso de Nothomb en donde un hombre dialoga en distintos idiomas con cada pasajero de un tren. ¿Cómo se llama? No me acuerdo. Amelie y su cara me hacen acordar a la película francesa de esa chica que tenía su mismo nombre. Tendría que volver a verla.

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